Hay quien sospecha que Darío Adanti se dibujó a él mismo. Primero, porque alguien tenía que inventarlo; también, porque salía siempre movido en las fotos. Hiperactivo mental y gestual, montonero de corazón y de mirada limpia, saltona y centelleante, este historietista argentino es un cruce felicísimo entre un dibujo de Tex Avery y un activista sobre el terreno.
Adanti templó su personalidad en el yunque de la historia durante la dictadura militar argentina, que él pasó jugando a juegos feroces (y divertidos, como deben ser los juegos) y poniendo los ojos como platos de café ante el programa Sábados de Súper Acción.
De ahí su obsesión por los Ovnis manejados con hilos, los luchadores mejicanos (¡Viva Superbarrio!) y la caspa radioactiva. Ha ideado y animado cortometrajes para MTV y Nickelodeón, ha dibujado para El País, El Mundo, Página/12, Clarín y The New York Times.
Sin embargo, se divierte bebiendo con tragos cortos y fumando con tiros muy breves porque está demasiado encendido hablando sobre peronismo y canciones folk de sufragistas y cantautores de cobertizo con guitarra de caja de tabaco. También ha disfrutado despachando sus tiras de Caspa Radioactiva para la revista El Jueves y editando fanzines como Viernes Peronistas o la (tan esperada y necesaria) revista satírica Mongolia, heredera natural de Por Favor o Hermano Lobo, entre otras.
Cuando alunizó en Madrid, debió decir: "Take me to your women, I'll see your leader later". Sin embargo, lo llevaron a los pies del mejor crítico cinematográfico del país. Desde entonces es el fiel escudero y compinche de Jordi Costa, con quien conforma una pareja cómica que ríanse ustedes de Faemino y Cansado. Con él ha editado sus dos últimos tebeos.Y lo que tienen por delante.
En Primera Persona ejercitará su locuacidad congénita psicoanalizando a través de cinco viñetas al también ilustrador e historietista Juanjo Sáez. Lo hará desde su estilo, que él mismo ha definido como: "Algo así como Krazy Kat mezclado con el cómic underground y los dibujos animados de Tex Avery en los tiempos de Macintosh. ¿Suena muy pretencioso? ¡Soy Porteño, no lo puedo evitar!".